¿Por qué aplicarlas?
Para ser coherentes con la idea de que “cada espacio curricular constituye un todo integrado y no una sumatoria de temas que funcionan de modo autosuficiente” decía Ma. Susana Clavel en “La estrategia de la evaluación integrativa”, su ponencia en el Congreso Iberoamericano de Educación.
¿Cómo prepararlas?
1º. Revise las expectativas de logro.
2º. Si son expectativas de logro, encierran una competencia, es decir, un saber hacer (que implica un saber-saber, imprescindible para hacer).
En otras palabras, las evaluaciones integradoras no son evaluaciones solo de contenidos referidos a conceptos —contenidos declarativos— sino especialmente de contenidos procedurales y competencias.
3º. Seleccione los contenidos/competencias que por su valor permitan alcanzar las expectativas.
4º. Organice una propuesta integradora con ellos.
No es una sumatoria de “ejercicios”, sino una propuesta rica que involucre todo lo seleccionado; si no fuera factible, piense en más de una propuesta, pero es una excepción.
Puede ser:
- Oral o escrita o combinar ambas formas
- Individual o en pequeños grupos
- De solución de problemas
- Organizada mediante red o mapa conceptual
- Desempeño de roles
- Portafolio
¿Cómo aplicarlas?
Usar algunos días a modo de repaso de todo el año (o del lapso que abarque): que los alumnos/as revisen los libros u otros impresos, lo que anotaron en carpetas o cuadernos o sus registros digitales, las evaluaciones escritas que ya hubo, que retomen las consignas y su resolución; que, entre todos, vuelvan a resolver aquellas donde alguien resolvió mal, como un apoyo grupal para que el que no había logrado aprender hasta ahora, aprenda.
Y, el último día de ese lapso, resuelven la evaluación integradora. Incluso, pueden ver con los alumnos qué ítemes debieran incluirse en esa evaluación integradora para que sea de veras integradora, no consignas sueltas.
Si algún/a docente ya hizo algo con rúbricas[1], puede continuar en esta instancia y sería riquísimo.
Previamente hay que informar a las familias los períodos de integración, los criterios y también la modalidad, con las clases de revisión previa. Si consideramos que la evaluación integradora puede hacer que un alumno/a que estaba en riesgo, en situación compleja, acredite saberes, ya que podría demostrar que aprendió, su familia tiene que saberlo. Quizás alguien vaya a profesor particular para poder acreditarlos.
La integradora sería una última oportunidad para que el alumno que no pudo apropiarse/construir ciertos conocimientos los aprenda, y, si eso se evidencia, le sea reconocido.
Con esta posibilidad, la evaluación integradora se inscribe en la denominada evaluación para el aprendizaje, en noción de Dylan William. Y “no se trata solo de un juego de palabras, sino de un cambio de fondo respecto a la forma de concebir la evaluación”, aclara Tiburcio Moreno Olivos. Continúa enunciando la finalidad principal de la EpA:
“La evaluación para el aprendizaje es cualquier evaluación que tiene como primera prioridad en su diseño y en su práctica, servir al propósito de promover el aprendizaje de los alumnos. Se trata de usar la evaluación para aprender y no solo para verificar lo aprendido”.
Evaluación del aprendizaje y para el aprendizaje.
México: Univ. Autónoma Metropolitana, 2016
También podría ser una oportunidad para que, aun los alumnos/as que no están en riesgo, puedan mejorar su calificación.
Y hasta se puede proponer que, si otros compañeros/as quieren ayudar a revisar sus aprendizajes a alguien que lo necesita y ese alumno efectivamente logra demostrar que aprendió, los «enseñantes» correlativamente mejoren su calificación (incluso llegando a la nota máxima) ya que quedaría claro que saben bien.
Por cada estudiante que necesite acompañamiento se autorizan no más de dos «enseñantes».
Se puede ocupar tiempo de revisión para esto.
Lic. Elena Luchetti