Metaevaluación (II)

¿Cuándo metaevaluar? (II)

No se puede generalizar; depende de qué aspecto de la evaluación quiera metaevaluar. Por ejemplo, si deseo metaevaluar los protocolos de evaluación escrita que presento a mis alumnos/as, sería deseable metaevaluarlos una vez diseñados y antes de aplicarlos (para subsanar algún desliz, desambiguar cierta consigna, aclarar una expresión para que esté al alcance de todos, aun de los alumnos y alumnas de comprensión más pobre); y también metaevaluar el instrumento una vez aplicado: a la luz de cómo los alumnos pudieron trabajar, tenemos evidencia palpable de lo acertado de nuestra propuesta.

Esto sirve en dos instancias:

  • es saludable tener un banco de evaluaciones para no construirlas todos los años acerca de los mismos contenidos, sino solo adecuarlas al grupo que en ese momento está con nosotros/as;
  • nuestra mismas observaciones de mejora seguramente podremos aplicarlas en la construcción del siguiente protocolo aunque sea correspondiente a otro tema, ya que no nos ha de ser muy complejo generalizar.

Metaevaluar la devolución, la retroalimentación

Vuelvo a otra situación hipotética de aula, que se puede producir cualquier día:

La/el docente devuelve el informe, trabajo práctico, etc. con mención de aprobación y con el agregado de las tildes que faltaban, ciertos renglones o expresiones subrayadas y alguna anotación marginal de “confuso”, “poco claro”, “mal fundamentado” u otra parecida. Los alumnosy alumnas retoman su trabajo y ven las frases subrayadas, preguntándose: ¿qué querrán decir esas rayas?: ¿que no está claro?, ¿que tendría que haberme explayado?, ¿qué está equivocado? Luego ven la anotación marginal, pero para ellas/os se entiende (es igual a cuando a nosotros nos parecen clarísimas, requeteclarísimas las consignas que damos a los alumnos, pero no les resultan tan claras y comprensibles a ellos). A continuación, la mayoría de las veces, guardan el trabajo. Pueden estar contentos, ya aprobaron.

Metaevaluar la selección del instrumento

La forma de evaluar del/de la docente influye fuertemente en la forma de estudiar de los alumnos y alumnas, porque la evaluación y la enseñanza se articulan. En el momento de seleccionar el instrumento de evaluación no podemos olvidar que el modo como evaluemos rige los hábitos de aprendizaje y estudio de nuestros alumnos y sus modos de interacción en clase; por ejemplo, aunque procuremos enseñar a nivel de comprensión y reflexión, si continuamos organizando evaluaciones al nivel de la memoria, la mayor parte del aprendizaje que se produzca estará también al nivel de la memoria.

“El modelo de evaluación (…) dirige (…) virtualmente los procesos de (…) aprendizaje”[1]. Ampliemos el ejemplo: si siempre usamos ítemes de completamiento de lagunas, llevaré a los alumnos indirectamente a que se centren en el vocabulario específico más que en las relaciones entre esos conceptos, lo que no está mal, si ese es mi propósito. Los ítems de la evaluación, igual que las actividades, deben ser de índole productiva, no reproductiva.

Para los reproductivos solo se requiere repetir algo que ya estaba explícito en el material que se tomó como base para estudiar, sea oral o escrito: apunte, manual u otro. Es decir que no se constata aprendizaje.

Para seleccionar el instrumento, puede utilizarse una guía similar a esta:

  • ¿Cuáles son los objetivos de esta evaluación? Es decir, ¿para qué evalúo? ¿Para poner una calificación, para ver cómo andan los alumnus/as, para saber si los materiales que estoy usando están a su alcance?

De acuerdo con la finalidad, tendré que decidir si ese es el instrumento más adecuado.

  • ¿En qué marcos organizativos se llevará a cabo la evaluación? No es lo mismo resolverla en el laboratorio, durante una salida didáctica, etc. ¿De cuánto tiempo disponen? ¿Es propiamente formativa o sumativa?
  • ¿Qué recursos habilitaremos para que usen los alumnos y alumnas? ¿Libros, apuntes personales, diccionarios, calculadoras, otros?
  • ¿Estoy segura/o de que este instrumento preseleccionado es verdaderamente isomórfico con las actividades de aprendizaje?

Lic. Elena Luchetti


[1] Casanova, Ma. Antonia. Manual de evaluación educativa. Madrid. La muralla. 2002.
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