Mariana Morales: «Las notas no ayudan al aprendizaje»
Mariana Morales ha pasado 15 años dando clases de Lengua y Literatura. Actualmente se dedica a la formación docente en relación a la evaluación. Pero no cualquier evaluación, sino la formativa. Uno de sus retos más importantes es eliminar las notas y hacer que la evaluación se realice desde el inicio del proceso de aprendizaje y sirva para que el alumnado aprenda todo lo posible. No como mero sistema de control.
Mariana Morales es filóloga de formación. Ha estado década y media dando clase en centros de Madrid y Cataluña. Pero hace ya unos años que se dedica a trabajar en la formación del profesorado, en el asesoramiento a centros educativos que quieren cambiar sus prácticas evaluadoras para pasar de certificar lo que el alumno aprendió o sabe de memoria, para ir a un sistema pensado en la evaluación como herramienta de aprendizaje para el alumno. Una herramienta que cuenta con el error como uno de sus elementos principales, así como en la posibilidad de corrección y repetición de las actividades.
¿Qué entiendes tú por evaluación o qué debería ser la evaluación?
El asunto es que hay muchos apellidos que ponerle a la evaluación. Si le pones el apellido de formativa, algo que viene en las normativas desde que tengo memoria, ha de tener función reguladora del aprendizaje, es decir, tiene que servir para que el alumno aprenda más o mejor. Y segundo, tiene que tener tres pasos para conseguirlo: recoger evidencias, analizarlas y tomar decisiones. Y, en mi opinión, se recogen muchas evidencias, se analizan algunas y se toman escasas decisiones. Convertimos la evaluación en burocracia.
Lo primero que pienso cuando oigo evaluación son exámenes o controles
Claro.
No sé si es así o si solo se hace esa evaluación. Pero el caso es que los exámenes están muy presentes.
Sí, totalmente, están muy presentes en el sistema. De hecho cuando preguntas a proferores qué es evaluación o evaluar o para qué sirve, normalmente te hacen un discurso sobre la evaluación formativa. Cuando haces la misma pregunta a los alumnos, contestan que evaluar es poner nota y hacer exámenes. Tenemos un camino que recorrer juntos.
¿Cómo deberíamos hacer ese camino?
Es una pregunta difícil de contestar. Es una buena pregunta (risas). Creo que no hay recetas; lo que hay que hacer es la reflexión profunda de para qué estás evaluando. Por poner muchas notas a veces pensamos que estamos haciendo evaluación continua y lo que estamos haciendo es una sumativa continua. Para que al alumno le sirva para aprender, esa prueba o examen o lo que sea, tiene que tener detrás un procesado, tiene que servir para que se pueda analizar qué ha pasado: qué errores y aciertos hay, qué lagunas tiene el alumno, qué cosas tiene que aprender y, a partir de ahí, tomar decisiones. Esto sería lo primero.
Cuando, por ejemplo, pones un examen, por decir algo que hace mucha gente, ¿qué procesado haces luego de ese examen? ¿Analizar lo que los alumnos tienen bien, lo que tienen mal, uno por uno? ¿Tomas decisiones en relación a esos datos que has obtenido? Esa sería una posibilidad interesante, ¿no? Pero las decisiones tienen que ir más allá de apruebas, suspendes o sacas un 6,5. Las decisiones tienen que ser de cosas que estén dentro de nuestro ámbito de actuación dentro del aula; decir: “Te cambio este ejercicio por otro”; “Te vuelvo a explicar tal cosa”; “Mírate este material”; “Vamos a trabajar esto de otra manera”… Ese es el tipo de decisión que habría que tomar después de un examen, de una prueba de evaluación.
Escuchando esto surgen varias cuestiones. Una de ellas sería que falta tiempo. Para esto que me acabas de explicar, me parece que haría falta mucho más tiempo que el que se dedica a hacer exámenes y devolver una nota. No sé si esto es así…
En realidad deberíamos pensar cuánto tiempo le dedicamos a hacer lo que estamos haciendo. Es decir, cuánto tiempo le dedicas: uno, a preparar la prueba; dos, a pasarla en clase (que normalmente estás una hora); tres, a corregirla; cuatro, a atender todas las reclamaciones… Esto también entra en el cómputo de las horas que le dedicas y las preocupaciones y desgaste que te supone. Todo este conjunto es con lo que tienes que comparar qué te llevaría hacerlo de otra manera.
El sistema de evaluación que hemos montado no es muy sostenible y al alumno tampoco le sirve mucho para aprender.
En relación a las evidencias tendríamos que recoger, creo que deberían ser relevantes. Evidencias con las que pudiéramos hacer todo ese procesado de después. Si no podemos hacerlo todo, igual es mejor reducir el número de evidencias o hacerlo más breve o repensarlo de alguna manera. Pero el sistema, tal y como lo tenemos montado actualmente, no es muy sostenible. Y el problema, además, es que al alumno tampoco le sirve mucho para aprender. Ese es el problema. Sería mucho más eficaz hacerlo de otra manera.
Según te escuchaba, recordaba una entrevista a un grupo de chicas y chicos de 4º de ESO que nos decían que el sistema va más de aprobar que de aprender… Hablas mucho de la importancia del feedback. ¿Cómo debería ser? Porque entiendo que poner un 5 o un 6 en un exámen también es feedback.
Sí, es feedback, pero el que haces en forma de nota es muy pobre, porque no dices qué has hecho bien o qué debes hacer para mejorar. Es una especie de síntesis numérica, pero que resulta opaco. Por ejemplo, puede ser que en un examen tengas a dos alumnos con una nota de 6,3, vamos a poner ese ejemplo, pero les pasan cosas diferentes, saben cosas diferentes y cometen errores diferentes. En cambio, es la misma nota para ambos. Por eso digo que tienes que ir más allá para ver la información que hay detrás. En lugar de resumirlo en un número, dile directamente lo que tiene bien y mal y lo que puede hacer para mejorar.
La investigación lo que nos dice es que cuando a un alumno le das una nota y un comentario, solo mira la nota. Ahí podríamos ahorrar bastante tiempo, en relación con la pregunta anterior. Y para que el feedback sea de calidad, tenemos mucha investigación sobre el tema. Cosas que dice la investigación: para que sea útil el alumno tiene que tener la posibilidad de volverlo a intentar. Es fundamental porque si no, para qué es el feedback. Por ser constructivos, te explico una experiencia. El tema de la evaluación formativa lo trabajo con muchos coles. En uno hacían dos redacciones al trimestre; hacían una, que corregían y a la que le ponían una nota y unos comentarios. La devolvían y ya. Con la segunda hacían lo mismo. Les pregunté si notaban diferencias entre la primera y la segunda. Me dijeron que muy poca. Les propuse hacerlo de otra manera. En lugar de dos, hagamos una pero que tenga dos vueltas. Entre una y otra, demos un feedback de calidad con ciertas características y que la rehagan y corrijan lo que tengan que mejorar. Entonces, la segunda versión de la redacción estaba mucho mejor. Lo fueron haciendo en los diferentes trimestres y, a final de curso, vieron que estaban mucho mejor. Notaron un cambio importantísimo. El asunto es que cuando cambiaron el sistema, el alumnado leía los comentarios.
La investigación nos dice que para que el feedback sea útil, el alumno tiene que tener la posibilidad de volver a intentarlo.
Y ya no se fijaban en la nota entonces…
No, porque no les daban la nota, no se la ponían. En la primera versión no se les ponía nota, sino un comentario. Los chavales, con el comentario, ya sabían lo que tenían que hacer: “Tengo que arreglar esto así y así”. Preguntaban si tenían alguna duda y lo volvían a hacer. La segunda estaba mucho mejor. Pero es que así es como funcionamos en la vida. Tú como periodista, ¿la entrevista te sale bien a la primera? La corriges varias veces o, incluso, le dices a un compañero que le eche un vistazo. En la vida funcionamos así.
Volviendo a la pregunta sobre cómo debe ser el feedback… primero, que tengas la oportunidad de volverlo a hacer. Es fundamental, es lo que le da el sentido. Y luego, tiene que ser de cosas concretas, no vale porner “muy bien” o “esfuérzate más” o “esto está desorganizado”. Esto sería un feedback un poco ambiguo, que no te lleva a ningún lado. Hay que decir cosas concretas a los alumnos: “En este punto, pon más detalles”, “este aspecto de aquí lo has explicado muy bien pero de los cinco puntos que teníamos que tratar, creo que te falta uno”, o «en esto que veo que tienes alguna dificultad, mírate este material y vuelve a intentarlo, o ven que te lo explico, o haz este ejercicio primero”… tienes que decir algo muy concreto que el alumno vea que está en sus manos y que lo puede hacer.
Aunque no hay que decirle exactamente lo que tiene que hacer. Hay que hacerle pensar. Si lo que ha escrito está muy desordenado, por ejemplo, le dices: “Tu texto tiene tres ideas, pero solo hay un párrafo. Busca las ideas y sepáralas en párrafos”. Ahí le estás haciendo pensar. Si le dices: “Tu texto tiene tres ideas que son estas (y se las subrayas); sepáralas en párrafos”, ¿qué saca de ahí el alumno? Nada, se lo estás dando hecho. El feedback debe hacer pensar.
Pienso que el esfuerzo para hacer este feedback sigue siendo mayor que poner una nota. No soy profe, pero parece necesitar más esfuerzo, obliga a trabajar más o de otra manera, no sé…
Te obliga a trabajar de otra manera y, obviamente, los cambios cuestan. Cuando alguien se plantea estas cuestiones me dice que tiene 200 alumnos. Yo he tenido 200 alumnos y lo entiendo perfectamente. Entonces le pregunto con cuántos podría hacerlo. “Con tres”. Pues muy bien, hazlo con tres. Sí, con tres, pero pruébalo. Y luego me lo cuenta.
Al menos que haya una prueba piloto, aunque sea muy pequeña.
Eso es, eso es. Pruébalo y cuando veas cómo hay que hacerlo, las siguientes veces no te lleva tanto tiempo; te lleva tiempo la primera porque es la primera; cuando coges práctica es diferente. Pero claro que es esfuerzo… En el ejemplo que te he puesto de las dos redacciones, ¿dónde está el trabajo extra? No hay ninguno; al revés, porque la segunda versión estará mucho mejor, con lo que vas a corregir menos. Y no tienes que pasar las notas de la primera vez, que eso también lleva un rato.
Soy contraria a poner notas porque, entre otras cosas, el alumno las percibe como final de proceso ¿A ti te interesa que sea un final de proceso o que continúe aprendiendo?
Bueno, hablando de las notas y viendo la polémica de los últimos días con la eliminación de la nota numérica. ¿Es tan mala? Según a quién leas parece una cosa horrible y otras es algo que si no está, no estás enseñando.
Aquí hay varias cosas. Lo primero es que no se va a eliminar la nota numérica del sistema. La nueva norma, que a ver cómo se concreta en las comunidades autónomas, lo que propone es que en los boletines, aparezca sobresaliente, notable, etc. No el 7, 8, 9. Todo lo que haya detrás, no lo pone en la norma.
Respecto al fondo de la cuestión sobre si poner notas es bueno o no. En este tema mi postura es pública desde hace muchos años; mi postura es contraria a poner notas. ¿Por qué? Porque es lo que nos dice la investigación. Nos dice, con bastante claridad, que cuando le das una nota al alumno este la percibe como un final de proceso. ¿A ti te interesa que sea un final de proceso o que continúe aprendiendo sobre ello, que mejore, etc.? Si lo entiendes como final de proceso, adelante con la nota. Si lo entiende como algo en lo que todavía estás, entonces no pongas nota. Si la pones, ni se va a mirar el feedback que le das. Durante los procesos deberíamos poner cuantas menos notas, mejor. Esto no quiere decir que no evaluemos, sino que cambiamos la evaluación en forma de nota por una en forma de feedback.
En los sistemas de recogida de notas, las plataformas informáticas y los excel donde metemos los datos, metemos una fórmula y te dan un resultado. Al final, ahí, tienes datos de muy diversa calidad. Algunos son relevantes y otros son de relleno. Por ejemplo, una actividad que solo porque te la han entregado ya cuenta como no sé qué. Al final es una caja negra porque no ves lo que hay detrás. Para verle las tripas a lo de detrás, tienes que remitirte a otra herramienta: una programación en la que especificas qué es cada cosa… Para eso, escribe directamente qué es lo que el alumno sabe o no sabe. Y ahorramos tiempo todos.
También hablas de la necesidad de dar protagonismo al alumnado en el proceso de evaluación. No sé cómo se podría concretar.
Dentro de la evaluación formativa, hay un tipo de evaluación llamada formadora. Es en la que el alumno es quien protagoniza el acto de evaluar, se involucra en su evaluación. Esto, según la investigación, es muy potente. Ahora, hay que hacerlo bien. Por ejemplo, en coevaluación. Lo primero que necesitas es un ambiente de colaboración en la clase, no de competición. Si es de competición te va a funcionar muy mal. Además, los criterios tienen que ser super claros. Y diría, como último consejo, que quites la nota de la ecuación. Si los alumnos se coevalúan y se dan feedback entre ellos, que sea cualitativo porque el feedback lleva una carga emocional muy fuerte; cuanto más la reduzcas, mejor. Y el poner notas tiene una carga emocional muy, muy fuerte porque se clasifican y se ordenan entre ellos. Eso, si lo quitas de la ecuación te va a funcionar mucho más, se van a centrar más en la parte cualitativa del aprendizaje.
En la autoevaluación pasa lo mismo, pero con más fuerza porque lo dices sobre ti mismo y emocionalmente todavía es más fuerte.
Si los alumnos se coevalúan y se dan feedback entre ellos, que sea cualitativo porque el feedback lleva una carga emocional muy fuerte; cuanto más la reduzcas, mejor.
Supongo que en este caso a mucha gente le surgirá la duda de si un chaval se pone la nota a sí mismo se pondrá la mejor nota posible…
Por eso digo que las notas las quitaría de la ecuación. Y también te digo que hay gente que se pone más y gente que se pone mucho menos. Los humanos somos muy malos autoevaluándonos. La autoevaluación siempre tienes que contrastarla con criterios y tienes que triangular con lo que tenga el profesor. Y, sobre todo, tienes la evidencia delante y el criterio. Pero no hablemos sobre notas, sino sobre si lo que has hecho se ajusta al criterio, de qué manera, cómo se puede mejorar, etc. La evaluación tiene mucho sentido así, y lo tiene que lo haga el alumno.
De hecho, una de las cosas más potentes que aparecen en la investigación es que los alumnos hagan sus propios informes, cualitativos, de evaluación.
Pensaba, leyéndote y escuchándote, que siendo alumno vas avanzando en el curso pero nunca uno sabe previamente a dónde tiene que llegar, cuál es la expectativa futura. No sé si sería relevante que el alumnado pudiera tener esta información previamente y conocer cuál es su avance…
De hecho, es una de las cosas más fáciles de hacer: lograr que los alumnos se representen los objetivos y los criterios de evaluación desde el principio del proceso; no la fórmula para conseguir la calificación, no, sino los criterios: qué tengo que saber y saber hacer en la unidad ocho o en el proyecto de no sé qué. Representarse eso y poder contrastarlo con los criterios de evaluación, va a ser muy potente para el aprendizaje.
Cuanto más explícitos hagas los criterios de evaluación, más compartidos, más los interiorizarán y lo harán mejor.
Una de las cosas que estoy haciendo con varios coles es trabajar sobre modelos; por ejemplo, las presentaciones orales. Vemos qué modelos tienen para hacerlas. Vemos unos vídeos de cursos anteriores o algo así. Con eso y los criterios, podemos decir: «Este está bien, o hay que mejorar aquí y aquí»… con una sesión de clase en la que hagas esto, los resultados se disparan. Tienes alumnos que de manera bastante natural e intuitiva saben cuáles son esos criterios y tienes muchos que no. Cuanto más explícitos hagas los criterios, más compartidos, más los interiorizarán y lo harán mejor.
Hay una cosa que me ha llamado la atención que te he leído, algo así como que hay que dejar espacio al error. En el sistema educativo parece estar muy penalizado ¿cómo debería gestionarse para que el alumnado no tenga miedo?
Para empezar, no quitando nota (risas) ni poniéndola. Si por cada error que comete el alumnado, le quitan 0,25, ¿Cómo no va a tener miedo a equivocarse? Hay que relativizar las cosas y mostrar errores. Cuando uno, como docente, se equivoca, también decirlo y sin problemas. No se te cae ningún anillo. Hay que dar importancia a rectificar. Y también se puede trabajar mucho con errores. Como te contaba antes sobre los modelos, algo que se puede hacer es ver el antes y el después. Coges un trabajo del año pasado, el borrador y el definitivo. Y le pides a los alumnos que te den las diferencias entre ambos. “Pues este tiene este error y esto no”.
Todo esto que me cuentas también me remite a la famosa evaluación del profesorado. ¿El profesorado necesita ser evaluado en su cometido?
Depende de lo que entiendas por evaluación. Si la entiendes como evaluación formativa, sí.
Sí, no me refiero al juicio por parte de la administración y en sobre eso te pague un salario u otro…
La evaluación, si la entendemos como un control, entiendo que le hace falta a un porcentaje pequeño del profesorado. Y para gestionar esto no te hace falta montar un sistema de evaluación del desempeño muy complicado. Que a veces montamos sistemas muy complicados para cosas que podemos resolver de una manera bastante más directa.
La evaluación formativa entre docentes es muy interesante para hacerlos crecer como profesionales dentro de comunidades de aprendizaje.
Para lo que sí que es muy interesante la evaluación formativa entre docentes es para hacerlos crecer como profesionales dentro de comunidades de aprendizaje. Pero es un enfoque muy diferente. Es un enfoque en el que, por ejemplo, los docentes deciden diseñar juntos una clase, una tutoría, por ejemplo. Y cuando uno la hace con su grupo, otro observa… Después, lo comentas ambos y ven qué ha ido bien, qué hay que mejorar. Esto es evaluación formativa. Entonces, el otro tutor, en su tutoría lo hará mucho mejor cuando tenga en cuenta lo que han detectado. Esto, normalmente, la gente lo hace consigo misma, pero es mucho más potente cuando pensamos dos. Porque tú a ti mismo no te ves, y no te estás dando cuenta de las cosas que puedes mejorar. Es como la presentación oral. Un alumno no sabe cómo lo hace de bien porque no se ve a sí mismo a no ser que se grabe. Necesitas un poco de distancia para ver.
Puede ser muy útil, pero dentro de un proceso que las personas que lo hacen quieren mejorar…
Se me quedan muchas cosas en el tintero. El tema de la evaluación es muy interesante, incluso para quienes solo quieren poner notas…
Sí, es un tema complicado porque las notas también se utilizan como una manera de controlar el aula. ¿Comprendes? Si utilizas las notas como premio o castigo a ciertas conductas, si te dicen que no puedes poner notas, claro, te tiembla el suelo.
Es una de las herramientas más potentes de autoridad docente…
Sí.
La evaluación es algo que podríamos hacer desde el principio del proceso, dejando claros los criterios e involucrando al alumno.
Con todo este cambio de la ley y el enfoque competencial, no sé cómo ves que haya quedado la parte de la evaluación competencial…
No podría darte una respuesta muy clara. Sí puedo decirte que las competencias llevamos varias leyes con ellas. Y ha habido algunos cambios en la práctica de la gente, pero bueno, quedan cambios de fondo. Por ejemplo, ahora sí se evalúa más con rúbricas, por ejemplo. La gente se está trabajando un poco más los criterios de evaluación, intentando ponerse de acuerdo entre compañeros, etc. Pero, la evaluación se sigue viendo como algo que se hace al final del proceso y algo que le hace el profesor al alumno. Este podría ser un cambio: la evaluación es algo que podríamos hacer desde el principio del proceso, dejando claros los criterios e involucrando al alumno. Esto podría facilitarse con instrumentos como una rúbrica bien hecha. Pero queda mucho por hacer.
Yo creo que el tema de las notas, algún día, lo vamos a ver como vemos ahora el tabaco…
¿Son tan malas como el tabaco?
No ayudan al aprendizaje. Me parece un buen resumen, sí, las notas no ayudan al aprendizaje; ayudan a otras cosas, por ejemplo, si tienes que clasificar gente para un puesto de trabajo, pero para aprender no.
Cómo ves ahora tú el tabaco, como algo tóxico ¿no? Pero quitarte del tabaco no es suficiente para llevar una vida saludable, a que no. Pues lo que pasa con las notas: puedes quitarlas, pero no es suficiente. Tienes que hacer otras cosas, tienes que hacer evaluación formativa. Parezco un disco rayado (risas).
https://eldiariodelaeducacion.com/2022/04/04/mariana-morales-las-notas-no-ayudan-al-aprendizaje/